A día de hoy, no tenemos nadie claro donde comienza la edad idónea para tener o no teléfono móvil propio. Algunos, hablan de los 15 años como edad mínima. Otros creen que según avanza la sociedad, la edad ya está en los 12 años. Pero lo cierto es que el móvil es una herramienta muy útil en nuetros días a la vez que muy peligrosa si se una mal. De esta forma, ¿cuando un niño puede comenzar a usar cubiertos puntiagudos? No hay una edad,... simplemente cada persona madura a un ritmo diferente. Por lo que en nuestras casas, somos los adultos, los que debemos considerar cuándo nuestro hijo está preparado para saber usarlo de manera correcta. Desde mi punto de vista, no antes de los 12 años.
Los padres somos los responsable de lo que ocurre a nuestros hijos. Por ello, también somos los que mejor los conocemos. Por tanto, debemos estudiar bien cuando nuestros hijos están preparados para tener o no teléfono propio (conociendo las cosas que se pueden hacer y acceder con ellos). Al ser referentes de nuestros hijos, deberíamos buscar tiempo para preparar a nuestros hijos para un buen uso de él. Cuando hayamos decidido dar el paso ( y no antes de los 12 años), deberíamos deducar tiempo a charlar con ellos para prepararlos en los riesgos y consecuencias que puede llevar un mal uso de estos aparatos. Un tenedor es una herramienta imprescindible para comer, pero si la usa una persona que no tiene la madurez suficiente (popr ejemplo un bebé), puede lastimarse.
Por ello, durante los primeros pasos de nuestros hijos con estos dispositivos, los padres debemos estar ahí y acompañarlos en su uso hasta que adquieran una cierta autosificiencia, al igual que hace un isntructor de vehículos cuando nos disponemos ha hacer prácticas.
Para poder acompañar a nuestros hijos, es necesario señalar unas normas claras por las que el adulto pueda ver y compartir con el hijo las cosas que se hacen con el dispositivo.
Es importante que nuestros hijos confien en sus padres para poder contarles cualquier cosas que les preocupe u observen en el día a día, para ello, algunos recomiendan no espiar su teléfono, pero desde mi punto de vista, creo que el dejar claro desde el principio unas normas claras que especifique que, como los padres son últimos responsables de los actos del menor, podrán revisar el dispositivo cuando lo estimen necesario u oportuno. En cualquier empresa, el jefe puede pedir responsabilidades sobre las herramientas de trabajo que deja a sus empleados. No se trata de espiar, pero si el teléfono los compran los padres, en cierta medida es suyo.
A veces, pretendemos que nuestros hijos sean ejemplares y no juegue con mandar imágenes obscenas, denigrantes o agresivas, pero los padres tenemos grupos en los que compartimos este tipo de materiales. No es adecuado y éticamente no podríamos exigirles a nuestros hijos que ellos no lo hagan. Seamos coherentes y exijámonos a nosotros mismos aquello que nos gustaría de nuestros menores.
Por último, debemos hacer ver a los jóvenes de hoy, que hay más alternativas de ocio y/o distracción que los teléfonos inteligentes. Cada uno en sus casa, sabe qué actividades pueden resultarles atractivas, FOMENTÉMOSLAS. De esta forma, enseñaremos a nuestros hijos que se puede vivir desconectado al menos unas horas al día. Así, es importante fomentar en el hogar, momentos de abandono de los dispositivos electrónicos y dedicar tiempo a jugar con juegos alternativos, charlar, o simplemente aprovechar para mirarnos. De esta forma no llegaremos a ser EXTRAÑOS CONVIVIENDO BAJO EL MISMO TECHO.
Jesús David Casas.
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